Recuperar la seguridad
El Estado existe para brindar seguridad, esa es su principal tarea, porque en caso contrario sólo queda el caos y el poder de cualquier grupo de fuerza. Se ha normalizado el uso de la violencia como medio legítimo para alcanzar ciertos objetivos o una comprensión mañosa de demandas de grupos de presión.
Los alevosos asesinatos en Cañete del cabo primero Misael Vidal Cid (30 años, casado, un hijo de tres años), el también cabo Sergio Arévalo Lobo (34 años, casado, una hija de un año) y el sargento primero Carlos Cisterna Navarro (43 años, un hijo de 6 años), pueden y debieran ser un punto de inflexión respecto a la necesidad urgente de recuperar los espacios de convivencia y combatir al crimen organizado con todas las facultades de la Ley.
Los crímenes no sólo enlutaron a un país completo precisamente en el día del 97° aniversario institucional de Carabineros, sino que ponen de manifiesto la situación cada vez más difícil del Estado frente a la violencia y el terrorismo, además de la alarmante indefensión del cuerpo uniformado en términos objetivos, legales y morales.
Con menor o mayor sorpresa, el país está dándose cuenta de que estos grupos tienen un poder de fuego superior a todo lo antes conocido, lo mismo que un nivel de ensañamiento inquietante.
Si son capaces de atentar concertadamente contra tres funcionarios armados, qué pueden esperar los ciudadanos comunes y corrientes.
Si nos acostumbramos al asesinato de carabineros sin que nadie pierda su cargo o se vea obligado a extremar recursos para que ello no vuelva a ocurrir, estamos cediendo cada vez más espacio a la derrota institucional. Porque hasta ahora, estos hechos sólo prueban el sucesivo fracaso de las políticas de seguridad de varias administraciones de gobierno. A esta altura, los fraseos para calmar los ánimos quedan solo en declaraciones, que -para muchos- resultan palabras vacías si parte de las propias autoridades tuvieron juicios muy severos en contra de la policía uniformada o siguen alabando la violencia como medio legítimo para alcanzar el poder.
La primera y más importante tarea del Estado es brindar y garantizar seguridad, porque en caso contrario sólo queda el caos y la anarquía.