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capacidad de selección, por lo tanto, se conserva o se mejora la biodiversidad, porque cuando los animales pueden seleccionar algunas plantas, pasa que esas plantas se van perdiendo y así la biodiversidad", indica.
Lo más importante de la planificación del pastoreo son los tiempos de recuperación de las plantas que más interesan, que son las perennes, donde están las gramíneas y las leguminosas.
"Para cada ecoregión hay un grupo de especies, no es lo mismo en todos los lugares y por eso elegimos el manejo holístico, porque es un marco para tomar decisiones; no da recetas, pero vamos paso a paso haciendo preguntas, como qué ambiente se está manejando, qué animales se tiene, cuáles son las especies en la pradera, qué signos de erosión o de buen funcionamiento hay y qué herramientas hay disponibles para mejorar este ecosistema", concluye.
Mercado creciente
Luego de una vida citadina, el ingeniero comercial santiaguino Matías Undurraga se vino hace 11 años a vivir al sur, para instalarse en Fresia, en la provincia de Llanquihue, donde comenzó a trabajar con la agricultura tradicional.
"Estaba trabajando en el campo como lo hacen los agricultores tradicionales, pero como familia, viviendo en el campo, estábamos muy interesados en lo que es la producción de vegetales orgánicos para nuestro consumo y cosas así. De repente reflexionamos que estábamos produciendo alimentos y carne, pero no de la manera como nos gustaría, Y así decidimos producir carne a nuestro gusto y con la que queremos alimentar a nuestros hijos. Y una vez que pensamos eso, la gente dijo 'yo también quiero alimentar a los míos con la misma carne que los tuyos'", relata.
Después de unos años de trabajo, primero exportando, ya que no había un buen mercado nacional, surgió la oportunidad para crear un mercado nacional y ya lleva tres años con su marca en el país llamada "El Reinal".
"No nos costó lograrlo, porque yo no sabía nada y cuando uno no sabe nada, es muy fácil aprender algo nuevo. Cuando se sabe mucho o se cree que se sabe mucho, es muy difícil, porque desaprender es lo más difícil que puede haber y a mí me hacía sentido, porque no soy agrónomo, pero soy ingeniero comercial y yo quería hacer un producto con valor agregado, con líneas de comercialización y tener toda una estrategia de gestión de negocios más parecida para lo que había sido educado. Ahí me acomodó hacer la marca de carne", expresa.
El profesional comenta que este tipo de productos, creados bajo un concepto de ganadería regenerativa, son de crecimiento exponencial en el mercado, pero se debe cuidar de otras empresas que lo utilizan, que entran de manera fácil y rápida, pero sin hacerlo con la ética original.
"Por eso creamos la Asociación de Ganadería Regenerativa. Las cuatro marcas que hay en Chile, comercializando bajo estos parámetros, somos todos amigos, estamos muy bien alineados en lo que es la ética de la producción. En todo caso, si cada día hay más gente cambiando sus procesos, eso es bueno, si lo hacen bien o no, no será problema para nosotros. El público juzgará, pero se viene una corriente de cambio a prácticas más regenerativas", sostiene.
Sistema vivo
Rodrigo Puchi es arquitecto de profesión y forma parte de la cuarta generación de una familia de ganaderos de la Patagonia.
"Mi bisabuelo comenzó en Aysén, mi abuelo siguió haciendo lo mismo en Cochrane y mi papá y yo seguimos desarrollando la ganadería, todos bajo el concepto tradicional. Nuestra producción hoy día se basa en tener animales de muy buena calidad, que nace en Aysén y se engordan en Puerto Octay, en la Región de Los Lagos. Siempre hemos trabajado de forma tradicional y yo soy arquitecto de formación, no tengo nada que ver con la ganadería, pero nos criamos siempre muy cerca del campo y más sensibles que las generaciones anteriores con el tema del medio ambiente", indica.
En este caso, hace cinco años hubo un cambio de administración en su campo de Puerto Fonck y en ese momento se hizo cargo momentáneamente. Recibió un predio donde tradicionalmente se fertilizaba, se eliminaban plagas y malezas, por lo que Rodrigo comenzó a cuestionar ese sistema.
"Todo el mundo me veía como este cabro que es arquitecto y no sabe nada del campo, de muy buena forma me daban consejos y me decían que lo primero que tenía que hacer era fumigar y sacar toda la cuncunilla del predio, pero yo no quería hacerlo y comencé a cambiar el funcionamiento. Vi que mi vecino, Cristóbal Gatica, estaba haciendo agricultura regenerativa en los faldeos del volcán Osorno desde hace más de 10 años. Me llevé una buena impresión, porque en el campo, que ya estaba sin fertilizar, los animales estaban en muy buenas condiciones, el pasto se veía más rústico, pero más energético, más multicolor, multiespecies", destaca.
Así, Rodrigo Puchi se fue introduciendo más en el mundo de la agricultura regenerativa y especializándose, tomó cursos, pero también el desafío de cambiar el paradigma familiar del trabajo con el sistema tradicional.
"Eso no fue fácil y además fue de alto impacto en el equipo, porque era cambiarle los métodos tradicionales de producción ganadera, porque es aprender todo de nuevo y mirarlo con un ojo más natural, con manejo holístico, que ve distintos contextos que inciden en el estado de salud de las praderas", comenta.
El agricultor asegura que al comparar los resultados de ambos sistemas, se observa que la ganadería regenerativa es mucho más productiva.
"Vamos para el cuarto año con este sistema, donde se hacen rotaciones muy bien planificadas de los grupos de animales y en estos cuatro años estamos sin fertilizar, sin fumigar, sin hacer ningún tipo de intervención más allá del manejo de los animales. Efectivamente nuestras praderas tienen más pasto en las épocas que el resto no tiene tanto. El impacto de sequía en el verano para nosotros es menor, porque el sistema que hacemos retiene mayor humedad, nuestras plantas en las praderas tienen una estructura más grande, con raíces mucho más profundas", asegura.
Efectivamente, el suelo de estos campos es mucho más esponjoso y con más vida, en él se observa abundancia de insectos, hongos y muchos organismos, a diferencia de un predio con sistema tradicional, por ello los productos como la carne o la leche en estas praderas es más natural, sin químicos.
"En estos cuatro años estamos sin fertilizar, sin fumigar, sin hacer ningún tipo de intervención más allá del manejo de los animales"
Rodrigo Puchi, agricultor de Puerto Fonck,, en la comuna de Puerto Octay