Comercio en las ciudades
Una nueva celebración de la actividad ha servido para reflexionar acerca de los cambios que ha experimentado el sector.
El comercio celebró ayer su día nacional, instituido en recuerdo del asesinato de Diego Portales, el estadista que consolidó la República de Chile. Era comerciante y su legado ha sido tomado por el comercio, que se enorgullece de su vida y obra.
Los últimos años han sido difíciles, en especial para el comercio detallista, que enfrenta la competencia de los malls, cadenas de multitiendas, supermercados y farmacias. También deben hacer frente a la venta callejera, que por años se ha apoderado progresivamente de espacios en las ciudades del país.
La actividad comercial enfrentó situaciones difíciles desde octubre de 2019, cuando durante las protestas muchos locales fueron saqueados o quemados y por meses tuvieron que cerrar sus puertas. Y cuando en 2020 se preveía una situación más normal, se desencadenó la pandemia, que llevó a muchos empresarios a tener que cerrar definitivamente sus locales.
El mundo no volverá a ser lo mismo del pasado, porque la manera de relacionamiento y de compras ha cambiado. De partida, los consumidores han dejado en gran medida el dinero en efectivo, para reemplazarlo por las tarjetas de débito y de crédito. Cada vez toman más fuerza las ventas en línea y las transferencias electrónicas de dinero. Buena parte del pequeño comercio ha tenido que adaptarse, accediendo a aceptar que sus clientes puedan pagar con esos nuevos mecanismos.
También los empleos están sufriendo esta transformación, en particular el comercio que vende productos y servicios. Las grandes tiendas estaban preparadas para ello, porque tenían sitios web, la experiencia acumulada y los equipamientos para ello, pero no así los locales pequeños y medianos, que basan su negocio en la venta cara a cara y tuvieron que adaptarse. Además, el comercio ha sido uno de los sectores más atacados por la delincuencia y junto con afectar a los comerciantes en su patrimonio y seguridad, desalienta la inversión en la ampliación de establecimientos y en la iniciación de nuevos emprendimientos.
Se requiere de la actitud resuelta de las autoridades para controlar la actividad ilegal. No basta con dictar las normativas, pues hay que contar con inspectores y con policías que se encarguen de hacerlas cumplir. En caso contrario, se transforman en ordenanzas de poca aplicación y la ciudadanía pierde credibilidad en toda esta institucionalidad.