Violencia en contra de las mujeres
Si bien ha de admitirse que ha habido avances legislativos, es un flagelo todavía presente en el país.
La próxima semana se realizará en Santiago la conmemoración de los 30 años de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, acuerdo suscrito por la Organización de los Estados Americanos (OEA) el 9 de junio de 1994, también conocido como "Convención de Belém do Pará", por la ciudad de Brasil donde fue firmada.
Chile preside desde el año 2023 la Conferencia de Estados Parte (CEP) y ahora será sede de la reunión en la cual se evaluarán las tres décadas de vigencia del tratado. Para preparar algunas de las actividades en torno a ese hito, se convocaron diálogos en todas las regiones.
¿Por qué es importante que se hable de este tema? Varias razones. Una es histórica. Si se comprende la relevancia de Belém do Pará, se puede entender el contexto de las normas chilenas en este ámbito. No es casual, por ejemplo, que la primera ley contra la violencia intrafamiliar fuera dictada en noviembre de 1994, marcando un precedente e iniciando la generación de una serie de instrumentos jurídicos.
A esa ley han seguido otras como las que sancionan femicidio, acoso (callejero, laboral, sexual) y diversas situaciones de agresión a las cuales se ven expuestas las mujeres y las niñas tanto en el ámbito público como el privado, abarcando todo tipo de maltrato y abuso, ya sea físico, sexual, sicológico, económico, simbólico, de discriminación u otra índole.
También desde esa perspectiva se puede dimensionar la más reciente Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres, que reconoce la raíz de desigualdad de género presente en toda violencia y también amplía la mirada hacia la "interseccionalidad", reconociendo que afecta de manera diferenciada a mujeres de distintos grupos (indígenas, migrantes, discapacidad, disidencias sexuales).
Así visto, claramente se aprecia avances. Pero es preciso seguir trabajando para que se alcance otra propuesta clave de la Convención de Belém do Pará: que se respete el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, como un derecho humano básico. Los múltiples casos que se conocen habitualmente en la región hay que erradicarlos de una vez.