Chaitén y Calbuco: las erupciones que provocaron un giro en la forma de monitorear los volcanes
ESTUDIO. Investigación, que fue encabezada por Jorge Romero, busca precisar los aprendizajes sobre la actividad volcánica en Chile y ubica las erupciones del Chaitén y del Calbuco como las más relevantes de las últimas dos décadas. También analiza la del Cordón Caulle.
Como las erupciones volcánicas más relevantes de las últimas dos décadas en Chile fueron calificadas las de los volcanes Chaitén (2008), ubicado en la comuna del mismo nombre (provincia de Palena) y la del Calbuco (2015), emplazado en Puerto Montt y Puerto Varas (provincia de Llanquihue) por el investigador asociado del Instituto de Ciencias de la Ingeniería (ICI) de la Universidad de O'Higgins (UOH), Jorge Romero, quien lideró un estudio bibliográfico que busca destacar los aprendizajes sobre actividad volcánica reciente en los Andes del Sur.
Investigación que fue publicada por la revista Andean Geology, especializada en estudios de Geociencias y que también aborda la del Cordón Caulle, ubicado en Lago Ranco, Río Bueno (Región de Los Ríos) y Puyehue, provincia de Osorno (Región de Los Lagos).
Específica que en esta labor contabilizó una docena de erupciones durante los últimos 35 años, para lo cual se analizaron 430 trabajos que se han publicado estos años.
-¿Qué análisis puede realizar de lo sucedido con los volcanes de esta zona?
-La del Chaitén generó un cambio radical en torno a cómo estudiamos los volcanes en nuestro país, ya que antes no existía la tecnología, infraestructura y recursos para dedicarnos a investigar volcanes. Sin embargo, cuando ocurre esta erupción se inyectan recursos y se crea la Red de Vigilancia Volcánica y el Observatorio Vulcanológico crece para monitorear los volcanes activos de Chile. Entonces, fue un punto de quiebre por así decirlo.
-¿Hay un antes y un después de la erupción del volcán Chaitén?
-Exactamente. Y luego viene la del Cordón Caulle, cuando ya se contaba con estos recursos. Ahora, este evento fue pronosticado con horas de anticipación.
Quizás un par de días, con lo que se demostró que esta tecnología sí sirve y, por lo mismo, se podían adoptar determinaciones antes de una erupción y así evacuar a las personas. Y después tenemos el otro punto de quiebre: la del volcán Calbuco, que nos demuestra que todavía no sabemos tanto sobre los volcanes chilenos.
-¿Cómo calificaría el proceso del Calbuco?
-Fue intempestiva, rápida y que no tuvo mayores precursores a pesar que habían instalado estaciones de monitoreo. Pero nos pilló por sorpresa. Estas tres erupciones han moldeado la forma en la que los vulcanólogos estudiamos los volcanes en Chile y cómo, por lo demás, los de otros países investigan los suyos, porque han generado aprendizajes en todo nivel en el ámbito de las ciencias.
-El Calbuco cambió de alerta en poco tiempo…
-Claro. Pasó de una alerta verde a una roja, porque tuvo muy poca sismicidad y muy pocos precursores. Sólo tres horas antes y se desencadenó la erupción. Ahora, gracias a estas situaciones ha crecido el interés por estudiar volcanes, lo que lleva a que en Chile tengamos una masa crítica de casi un centenar de vulcanólogos que se han ido formando inspirados por estas erupciones.
Afortunadamente, hoy día se están investigando estas variables, así como el pasado de los volcanes activos, como el Osorno, cuya última erupción grande fue en 1835 y fue -incluso- descrita por el científico Charles Darwin. Hoy es bastante estudiada porque el Osorno es un volcán de alto peligro y cada vez vive más gente en torno a estos macizos cordilleranos. Entonces, de la mano con el crecimiento demográfico y la exposición de las personas se han ido ejecutando investigaciones cada vez más detalladas respecto al pasado de los volcanes para tratar de pronosticar cómo se pudiesen comportar en el futuro, porque las erupciones, por lo general, se parecen.
Planificación
Planificar mejor las ciudades es una de las conclusiones que arrojó el estudio bibliográfico.
Así lo explica Jorge Romero, quien plantea que por medio de un monitoreo se puede anticipar un 90% de las erupciones.
"Hay siempre un porcentaje que no se puede prever porque hay ocasiones que las