Deserción escolar y violencia
Michel Junod , médico veterinario
Cuando minimizamos el hecho de que la educación escolar debía ser obligatoria, o cuando los padres encararon al profesor por evaluar mal o corregir a su protegido por un mal modo o por faltar a clases, fue justo el momento cuando todas las alertas debieron sonar. Es ahí cuando la razón debió ganarle a la banalidad o el capricho de algunos apoderados que fueron minando el orden, la disciplina y forma.
Faltar a clases se transformó en un deporte y se calificaba como "cool"; y por el contrario, estudiar y llegar con los deberes bien hechos era de "nerds" y merecía toda la ira de líderes bravucones, envalentonados por sus propios padres, que debían ser los primeros responsables del comportamiento de sus hijos.
Instaladas estas nuevas costumbres, se le sumó el cambio de sistema de postulación a la educación secundaria por mérito, a un sistema de tómbola, en que se logró meter una minoría de estudiantes inadaptados, en medio de estudiantes responsables. Todo lo anterior sin una adecuada preparación de profesores, asistentes, sicólogos y orientadores, que se hicieran responsables del desastre que significó mezclar estudiantes con tan distintos intereses.
Hoy, a 7 años de que se pusiera en marcha el nuevo programa de selección en Magallanes el año 2017, impulsado por el gobierno socialista de la época, vemos cómo se destruyeron no sólo liceos emblemáticos, sino que gran parte de la educación pública de Chile. El resultado es la caída de los indicadores de conocimiento y con los mayores índices de ausentismo escolar, que superan el 22%.
Por esta situación se han levantado diagnósticos y la mayoría coincide en la falta de valorización del sistema escolar, como lo explica claramente Rebeca Molina, periodista de la UC.
Años antes de instaurarse la tómbola, el ex ministro Raúl Figueroa lo dijo muy claro: "El proceso de selección le quita la posibilidad a los padres de elegir el colegio de sus hijos y se la entrega al Estado. Con esto, el Estado está marginando a los padres y suprimiéndoles el derecho a elegir, involucrarse y aportar en la formación de sus hijos".
Hoy, y con el agua hasta el cuello, vemos que con una escasa valorización del sistema educacional, con un horroroso ausentismo escolar y la valorización de movimientos urbanos, tenemos a miles de adolescentes fuera de la educación formal, buscando dinero fácil y bienestar económico sin haber estudiado.
Por ello no es difícil concluir la relación entre la deserción escolar y la escalada de violencia en nuestro país. Lamentablemente nos estamos acostumbramos a las terribles cifras de homicidios alcanzadas, pero no podemos normalizar la espantosa muerte de adolescentes que cada día son más frecuentes.