Adulto mayor
Fernando Ramos , Arzobispo de Puerto Montt
Cada vez más el número de adultos mayores aumenta en nuestro país. Y no solo en Chile sino también en muchos países del mundo entero. Curiosamente en pocos periodos de la historia ha habido una tan alta valoración de la juventud como ahora, pero cada vez son menos los niños y los jóvenes. Estamos ante una crisis demográfica que se aproxima a pasos agigantados. Esto trae como consecuencia un aumento sostenido de personas de la tercera edad.
En este contexto, el Papa Francisco ha invitado para que este domingo 28 de julio se celebre la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, cuyo lema es "En la vejez no me abandones" (Sal 71,9).
Ser adulto mayor implica muchas veces no tener las mismas capacidades físicas de antes, muchas veces padecen enfermedades, alguna de ellas invalidantes o limitantes, incluso un porcentaje cada vez más alto de adultos mayores viven solos y tal vez olvidados por sus parientes.
El Papa Francisco ha querido subrayar la soledad en la que viven muchos de ellos: "En muchos países, sobre todo en los más pobres, los ancianos están solos porque sus hijos se han visto obligados a emigrar". De allí, entonces, el lema de la jornada, el que "habla de una conspiración que ciñe la vida de los ancianos. Parecen palabras excesivas, pero comprensibles si se considera que la soledad y el descarte de los mayores no son casuales ni inevitables, son más bien fruto de decisiones - políticas, económicas, sociales y personales - que no reconocen la dignidad infinita de toda persona" (Mensaje del Santo Padre Francisco para la IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores).
En varias de las visitas que he hecho a parroquias y comunidades rurales, me he encontrado con una situación similar a la descrita en el mensaje del Papa. La soledad y las pensiones insignificantes que muchos reciben, así como la falta de estructuras de apoyo parecen ser la tónica de una sociedad que muchas veces les da la espalda a quienes antes lo dieron todo por ella.
Concluye el Papa haciendo una invitación: "no dejemos de mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias, visitemos a los que están desanimados o que ya no esperan que un futuro distinto sea posible. A la actitud egoísta que lleva al descarte y a la soledad contrapongamos el corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir: ¡no te abandonaré!".