El fin de Huachipato
La transición hacia nuevas fuentes de empleo será complicada en la Región del Biobío, en medio de un escenario marcado por riesgos de la globalización. Si no se toman medidas preventivas, si no se adaptan las políticas públicas a la competencia y se mejora la eficiencia, más empresas podrían seguir el mismo camino.
El cierre de Huachipato refleja un desafío mayor que enfrenta Chile y muchas otras economías: la dificultad de competir en un mundo globalizado donde las reglas del comercio son, con frecuencia, desiguales. La globalización, si bien ha traído grandes beneficios, también ha dejado a muchas industrias tradicionales al borde de la extinción. La pregunta es cómo equilibrar el desarrollo industrial y la competencia global con la necesidad de proteger el empleo local y asegurar una transición justa para los trabajadores afectados.
Este lunes 16 de septiembre de 2024, la acería, que por 74 años iluminó la economía de la Región del Biobío con su imponente presencia, apagó su alto horno por última vez. El cierre indefinido de sus operaciones no sólo marca el fin de una era industrial, sino que también simboliza el colapso de un gigante que fue, durante décadas, el corazón económico de Talcahuano y sus alrededores. Más de 20 mil empleos, entre directos e indirectos, se ven afectados. Pero el golpe va más allá de lo laboral; es un golpe emocional y cultural para la región.
La raíz del problema se remonta a un tema recurrente en la economía global: la competencia desleal en los mercados internacionales. El dumping de acero chino ha devastado a muchas industrias siderúrgicas alrededor del mundo, y Huachipato no fue la excepción. En un entorno en el que la producción en masa, la sobrecapacidad industrial y los bajos costos laborales permiten a China inundar mercados con productos a precios imbatibles.
¿Qué sucederá ahora con las familias que dependían de Huachipato? ¿Qué alternativas reales existen para una región cuya economía ha dependido históricamente de la industria pesada?
Eso es lo preocupante, ya que es difícil prever que el gobierno tenga un plan de apoyo claro para los afectados. Sin ser pesimistas, serán años complicados.