Las ciudades más contaminadas
Osorno y Puerto Varas están en el top 3 del país y el Ministerio de Medio Ambiente ha tenido un rol poco activo en esta urgencia.
Según un estudio de la Universidad San Sebastián, dos de las tres ciudades con mayor contaminación atmosférica del país se encuentran en esta región. Osorno y Puerto Varas, en el primer y tercer lugar, respectivamente, han desplazado de este modo a otras ciudades que antaño aparecían como las más contaminadas, entre las que habitualmente aparecían mencionadas Temuco y Padre Las Casas, ambas de la Región de La Araucanía.
El gran factor detrás de los índices de contaminación con material particulado del 2,5 es el uso de la leña húmeda para calefaccionar los hogares, en una zona sur donde este elemento se encuentra profundamente arraigado en las comunidades, al punto que cualquier asomo de restricción enciende las pasiones, como lo han podido atestiguar cada uno de los gobiernos que deben enfrentar esta urgencia. Pese a ciertas demonizaciones provenientes de círculos políticos alejados del sur, no es la leña en sí lo que contamina, sino que su uso incorrecto (húmeda), calefactores en mal estado y la mala aislación térmica de los hogares.
La política pública más importante en marcha ahora en esta materia es la elaboración del Plan de Descontaminación Atmosférica (PDA) para la macrozona norte de Los Lagos, en una experiencia inédita que en lugar de abordar una única comuna (como el caso de Osorno), sumará a nueve de ellas: además de la ya mencionada, estarán San Pablo, Río Negro, Purranque, Puerto Octay, Frutillar, Llanquihue, Puerto Varas y Puerto Montt. Este plan ya lleva buena parte en su etapa de construcción y no ha habido grandes novedades desde el Ministerio de Medio Ambiente sobre su avance, a pesar de la urgencia que tiene la contaminación del aire por el evidente daño a la salud.
Así las cosas, no basta con esperar el PDA. Con datos como que el informe de ciudades más contaminadas del país tenga a Osorno y Puerto Varas en el primer y tercer lugar, cabría esperar un rol más activo de parte de las autoridades ambientales, pero pareciera que no hay interés o no hay comprensión de la urgencia. En gobiernos anteriores, el discurso para socializar la necesidad de usar leña seca estaba instalado en las autoridades regionales, con acciones que no dependían de un proyectado PDA, sino que se basaban en la amplia información disponible.
Hoy, en cambio, el tema ha desaparecido de la esfera pública y sólo vuelve a aparecer de la mano de los regulares estudios que terceros realizan. Gobernar es priorizar, también, y algo ha fallado aquí.