¿Qué hacer con la fallida pileta?
Tras haberse convertido en un símbolo de la gestión del destituido Paredes, lo que decida hacer con ella quien gane la elección también estará cargado de simbolismo.
Aunque aparentemente los problemas en la gestión de Gervoy Paredes y que le costaron su destitución venían desde antes, el elemento que inició su declive, al menos desde lo público, fue el fallido proyecto de la pileta frente a la plaza de Armas de Puerto Montt. Con un financiamiento para muchos cuantioso, la obra sintió la mano vandálica del estallido cuando estaba aún en marcha blanca y, desde entonces, nunca más funcionó, excepto ocasionales pruebas que sólo han servido para que los puertomontinos recuerden su presencia, su alta inversión y las dudas que hay sobre el rol en que incurrió el municipio, teniendo a la vista el juicio de cuentas que la Contraloría General de la República inició para recuperar los recursos públicos que se gastaron ahí.
Con ese telón de fondo, no cabe duda que la mentada pileta se ha convertido en el símbolo de las malas decisiones de la administración de Paredes. Evidentemente, hay cuestiones de mayor envergadura y consecuencias, como lo que ocurrió con el Departamento de Administración de Educación Municipal, y de impacto comercial y vial, como lo que han sufrido los locatarios de la calle Antonio Varas con la azarosa remodelación, pero habrá de convenirse que la pileta calza a la perfección como el resumen de una administración que ambiciosamente buscó el cielo, como las aguas danzantes, pero que se vino rápido al suelo no por la gravedad, sino por decisiones, acciones y omisiones que se están resolviendo en sede judicial. Lo que suceda con la pileta a futuro, cuando asuma la nueva jefatura comunal que emanará de la elección del 26 y 27 de este mes, no será banal. Siendo el símbolo de una inédita alcaldía destituida, lo que se resuelva en torno a ella terminará marcando, para bien o para mal, el devenir de la próxima gestión municipal. Para ello se necesitará determinación, que es lo que se espera de cualquier autoridad, un plan y su consecución. Las candidaturas ya han delineado preliminarmente lo que harán. Han hablado de procesos de participación ciudadana, de recuperación (ya suena insólito) y de dejarla tal cual, como emblema de lo que no hay que hacer (cuesta describir esto). Quizás podrá ser injusto, pero la evaluación de la gestión de quien gane la elección de fin de mes comenzará precisamente con lo que se decida hacer con la pileta, un símbolo del desastre en que se sumió Puerto Montt en los últimos años.