El nuevo centro de Puerto Montt
Urmeneta, Benavente y Antonio Varas han cambiado sustancialmente su aspecto con la entrada en vigencia de la ordenanza para el ejercicio del comercio ambulante.
Para todos quienes han caminado por el centro de Puerto Montt durante esta semana, la experiencia ha sido muy distinta a lo que fue por tantos años, cuando el comercio ambulante, incluso en los restrictivos días de movilización en la pandemia, tenía prácticamente copados los principales espacios públicos. Hoy, transitar por Urmeneta, Benavente, Antonio Varas o Illapel, en ese tramo donde la vía pública se confunde espacialmente con el Mall Paseo Costanera, resulta una experiencia muchísimo más gratificante: ahora hay suficiente amplitud para desplazarse, lo que permite, para unos, ahorrar energía y tiempo, y para otros, disfrutar de una ciudad que se merece recorrer a paso lento.
De esto han dado cuenta numerosos lectores que se han comunicado con este medio para valorar la entrada en vigencia de una ordenanza que restringe el ejercicio del comercio ambulante en el centro de Puerto Montt, normando una actividad que en los años pasados aprovechó el vacío de poder que hubo en la administración municipal anterior para crecer cada vez más inorgánicamente. Naturalmente, la medida impuesta por la alcaldía ha generado resistencia entre los afectados, algunos de los cuales han optado por manifestarse diariamente afuera del municipio.
En este sentido, vale recordar lo que está en juego. Puerto Montt, capital de una pujante región del sur austral, requiere dar un salto cualitativo respecto de la imagen que durante demasiado tiempo proyectó tanto al resto del país como a sus propios habitantes. Esa sensación que se instaló de una urbe estancada, abandonada a su suerte, en declive, en modo alguno responde a los datos objetivos, que hablan de una actividad económica vigorosa y de la constante llegada de familias de otras zonas del país, quienes ven acá una oportunidad para surgir.
El municipio, en este punto, tiene que ofrecer caminos alternativos a quienes ejercían el comercio ambulante. Ayudarles en la formalización de su negocio y facilitarles otros espacios es una opción, que sólo funcionará en la medida que haya disponibilidad para llegar a un acuerdo entre las partes. Lo que no puede ocurrir, eso sí, es permitir que las veredas del centro de Puerto Montt vuelvan a ser copadas por una actividad informal que, por lo demás, pasa por encima de quienes sí pagan arriendo, sueldos, leyes sociales e impuestos.