Pocas áreas hay tan sensibles para la marcha de una ciudad como el servicio de recolección de los desechos domiciliarios. Independiente del método escogido, el aspecto de las calles y plazas libres de basura, o con desperdicios esparcidos por todo el perímetro, puede significar la diferencia de apreciación de parte de los ciudadanos sobre múltiples esferas del gobierno comunal. Por eso es que cualquier licitación para el retiro desde las calles y su envío hasta los depósitos habilitados como acopio, implica recursos millonarios y el interés de la opinión pública, sin dejar de mencionar, por lo demás, que ha ocurrido que tales procesos de concesión terminan bajo la lupa de la investigación penal por la sombra del cohecho. Ejemplos de esto hay variados en todo el país.

Esta semana, una concejala recién asumida en Puerto Montt manifestó sus reparos por el actual servicio de recolección de desechos domiciliarios, renovado temporalmente el año pasado a fin de permitir que las nuevas autoridades decidan una licitación que debiera extenderse por cinco o más años. Se supone que tal configuración para la licitación está en marcha por parte de los entes técnicos, pero no deja de llamar la atención que en la última sesión del Concejo, la edil haya expresado sus cuestionamientos hacia el vigente sistema de contenedores, bajo el argumento tan personal de recorrer la ciudad y tomar fotos, usando este argumento para advertir que se debe cambiar el sistema aparentemente por la muy antigua recolección de bolsas por parte de los camiones.

Es absolutamente cierto que hay sectores de Puerto Montt donde los contenedores suelen estar colapsados, pero culpar a los recipientes es como aquel chiste del sillón de Don Otto.

La responsabilidad de cualquier sistema de retiro con fallas pasa por la frecuencia del servicio, la ubicación de los depósitos, la fiscalización y, además, la cultura cívica que se requiere para no dejar tan libremente bolsas con basura en la calle.

Para una discusión de este tipo se esperaría un diagnóstico que incluya georreferenciación, horarios, crecimiento demográfico, frecuencias, etcétera, a fin de definir dónde están las brechas y cómo se pueden solucionar. Porque comenzar de cero -en cuanto al sistema, no sobre el operador-, es un riesgo enorme en esta materia tan sensible.

En pleno centro de Puerto Varas se encuentra un lugar atípico y, por qué no decirlo, reaccionario a nuestro tiempo como es la Librería Mac-Kay. Esta librería es un espacio de calma en medio de una ciudad que durante el año tiene variadas actividades y que se acentúan con la temporada estival.

Es probable que muchos de nosotros hayamos pasado afuera de ella sin prestarle mucha atención, y quizás no tenga mucha diferencia con otras librerías; no obstante, me atrevería a decir que estamos ante un lugar sin igual en la ciudad de las rosas, ya sea por su razón de origen o por las diversas actividades que allí se celebran.

En primer lugar, conviene relevar el origen de esta librería, que consiste en el amor por los libros de parte de sus fundadores, Joanna y Jaime; configurándose, ante todo, como un negocio familiar, resistiendo a la gran industria. En un principio en la calle San Ignacio y hoy, en San Juan 431.

Este cariño por las obras no sólo se queda en quienes trabajan en esta institución, sino que se transmite sobre todo a los niños, porque es sabido que cuando uno de ellos se acerca a un libro en vez de una usual pantalla, su inteligencia, imaginación y creatividad cobran otro rumbo, pudiéndose transformar en ávido lector, característica cada vez más anómala y escasa, lamentablemente.

En segundo lugar, esta librería no sólo es un espacio de adquisición, también cumple un rol formativo, transformándose en punto de encuentro de cuentacuentos, cultores, artistas, poetas, filósofos y literatos que dan a conocer sus creaciones y obras.

Estos hechos dan cuenta de que el motor de este lugar es la gratitud, en vez de la venta de objetos, entregando un espacio para los artistas locales que permite a un público variopinto gozar, sin nada a cambio, del arte, la cultura y el saber como bienes que el dinero no puede comprar, como ya lo ha dicho en su bestseller el filósofo Michael Sandel.

En tercer lugar, tras bambalinas se guarda un antiguo tesoro, correspondiente al oficio del librero, algo tan simple como quien se dedica a vender y cuidar de los libros. Esta antiquísima labor permite recordar a las antiguas culturas que custodiaban sus papiros o a los monjes medievales que se dedicaban a ser copistas, encuadernadores y guardianes de magnificas bibliotecas, obsequiando su vida entera a estos tesoros de la humanidad.

Desde el amor por los libros, el fomento de la lectura en los niños, el espacio intelectual y cultural y el oficio del librero, queda claro que el quehacer de la Librería Mac-Kay excede a la venta, porque asiste la profunda convicción de entregar curiosidad, sabiduría e historias a quienes visitan este espacio de resistencia cultural, enfrentando la aceleración del tiempo con calma, ocio, contemplación y encuentro de niños, jóvenes, adultos, artistas, cultores e intelectuales de la actualidad y vidas pasadas.

80 años | 25 de enero de 1945

Falta de racionamiento complica al agro

Un grave problema atraviesan los agricultores de la provincia porque no les fue enviada la cuota de carburantes destinada a las faenas agrícolas durante este enero. Además, dicen que en las zonas de Fresia, Coligual y Río Frío, si bien las siembras están en buenas condiciones para su recolección, no pueden hacerlo por la falta de racionamiento para este objetivo.

50 años | 25de enero de 1975

Realizan mejoras a Pelluco y a ruta a Coihuín

Una serie de labores ejecuta la Municipalidad de Puerto Montt en el balneario de Pelluco, lugar donde se instaló césped entre la playa y la calzada, mientras que en la parte baja se colocaron piedras y cemento para evitar que el mar deteriore los prados. Además, en la ruta que une este sector con el de Coihuín, Vialidad trabaja con una motoniveladora para emparejar el camino.

10 años | 25 de enero de 2015

Piden instalar un CFT en Llanquihue

El diputado Fidel Espinoza (PS) entregó al ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, en forma parcial, seis mil firmas con las que la comunidad de Llanquihue pide instalar un Centro de Formación Técnica (CFT) en esa comuna lacustre. La petición fue respaldada por el senador Rabindranath Quinteros (PS), quien se comprometió a trabajar para concretar dicha iniciativa.