Tres llamados de atención
Las caminatas a Santiago y la discriminación a un niño en silla de ruedas en Puerto Montt dicen mucho sobre las carencias de este país.
Tres hechos ocurridos esta semana en la zona han dejado en evidencia cuán lejos, pese a los innegables avances de las últimas décadas, permanece el país para garantizar dignidad e igualdad de oportunidades a todos quienes viven en el territorio nacional. Con pocos días de diferencia, comenzaron en distintos puntos de Los Lagos sendas caminatas con dirección a Santiago, a fin de sensibilizar al Gobierno respecto de las dificultades que atraviesan las personas que padecen de las llamadas enfermedades raras, y para motivar la ayuda ciudadana. Uno es el papá de gemelos ancuditanos que sufren de distrofia muscular y el otro es un joven puertovarino con una enfermedad similar.
Ambos siguen el ejemplo de la valerosa mamá del niño chilote Tomás Ross, la que el año pasado hizo una caminata similar a la capital nacional para recolectar los recursos que le permitieran costear un costoso medicamento. Hoy la familia se encuentra en Estados Unidos, acompañando al pequeño en el tratamiento médico que afortunadamente logró iniciar.
El tercer caso que deja patente la brecha de desigualdad con un significativo grupo de la población es el episodio de discriminación que experimentó un menor en silla de ruedas en Puerto Montt, el cual -según denunció su madre- no pudo abordar una máquina de transporte intercomunal, porque el conductor se lo impidió cuando salía del Terminal de Buses. La autoridad de Transportes ha asegurado que realizará una investigación para determinar las responsabilidades, al tiempo que representantes del municipio le han ofrecido ayuda a la familia para explorar los caminos a seguir.
Estos tres capítulos, aunque de naturaleza diferente, constituyen un poderoso llamado de atención para el país. En un plano, se encuentra el emplazamiento a quienes dirigen la nación para que atiendan el calvario por el que pasan las personas que sufren de enfermedades raras. Ellas no pueden quedar en el abandono. En el otro plano, es vergonzoso que a estas alturas del siglo XXI, con tanta información y sensibilización sobre la igualdad de trato y necesidad de respeto, aún haya quienes le cierran la puerta a un menor que usa una silla de ruedas para desplazarse.