Suspensión de los vuelos a Bariloche
Asombra que algo que parece tan pedestre como un escáner los haya frenado. Privados y públicos tienen responsabilidad en esto.
Se suponía que el próximo viernes 4 de abril, en apenas tres semanas más, la aerolínea SKY, según lo que ella misma anunció, iniciaría vuelos internacionales entre Puerto Montt y Bariloche, en Argentina, cumpliéndose así un viejo anhelo de la comunidad local para que el Aeropuerto El Tepual -el segundo o tercer con mayor movimiento de pasajeros de Chile, dependiendo de la temporada- eleve su categoría. Se suponía que la línea aérea hizo todas las previsiones, tanto técnicas y operativas como comerciales, para sumar esta conexión entre dos ciudades relevantes de cada país; y que los servicios públicos involucrados, por lo demás, habían sido consultados o, en su defecto, que posterior al anuncio harían las revisiones necesarias.
Pero nada de ello ocurrió. El anuncio hecho hace varios meses se diluyó a poco más de 21 días de estreno del destino, lo que dio paso a lamentaciones de parte de las mismas autoridades que bien habrían hecho, antes de sumarse al coro del regocijo, en chequear que la pista del anuncio estaba pavimentada.
En gestión pública, y no sólo en Los Lagos, sino que en el mundo entero, el "anuncio" se ha convertido en una suerte de modus operandi para conquistar adhesiones y garantizar que hay una planificación; es decir, que se está pensando en el futuro. De hecho, ha habido, y hay, muchas autoridades que han hecho de la política del "anuncio" una forma de trabajo. Anunciar la construcción de hospitales, escuelas, caminos, puentes, etcétera, se ha transformado en una vía corta al éxito que confía en la mala memoria de una ciudadanía, que no acostumbra a pedir la rendición de cuentas cuando, ni como corresponde.
En el caso de El Tepual, tanto la empresa privada como las autoridades fueron víctimas de la trampa del anuncio. A estas alturas, sorprende que la aerolínea no haya reparado antes en la falta de un escáner del SAG, como también sorprende (aunque no tanto, a decir verdad) que los representantes ministeriales de Obras Públicas (que tiene a su cargo el aeropuerto) y de Agricultura (de la que depende el SAG) no hayan advertido a tiempo que no estaban aún las condiciones dadas. Reflejan fielmente el rótulo de autoridades irrelevantes que se han ganado en los últimos años, en un proceso de descrédito de la regionalización que costará tiempo reparar.
Puede que el escáner se consiga. Puede que los vuelos se concreten en un tiempo más. Pero todos tienen que aprender de este bochorno.