Inspirada en una historia real, la película "Isla Negra" llega a salas de cine
TRILOGÍA. Jorge Riquelme cuenta el origen del filme que cuenta con José Soza, Paulina Urrutia, Alfredo Castro y Marcela Salinas
Amelia Carvallo
José Soza, Paulina Urrutia, Alfredo Castro, Gastón Salgado y Marcela Salinas protagonizan "Isla Negra", tercer largometraje de Jorge Riquelme Serrano, director de cine que debutó en 2016 con "Camaléon", filme al que le siguió en 2020 "Algunas bestias" y que hoy concluye en una suerte de trilogía con una película densa emocionalmente y urgente en su denuncia.
La trama nos sitúa en una casa con vista al mar adonde llega una pareja formada por Castro y Urrutia, una suerte de amantes furtivos de fin de semana; a unos metros de su espectacular vista, entre las rocas de la playa, levantan una carpa un padre con su hijo y su nuera, roles que llevan Soza, Salgado y Salinas. Estas personas están en absoluta precariedad, no tienen un lugar donde vivir y la película se encargará de mostrarnos el conflicto que ocurre entre estos dos grupos.
El director ubica en el año 2016 el germen de la idea del filme cuando llegó a la playa de Mirasol y allí conoció fortuitamente a Miguel Sotomayor, un albañil que vivía allí desde generaciones y a quien dedica "Isla Negra". Sotomayor lo invitó a su casa hecha de madera reciclada, sencilla e ingeniosa y con una vista hermosa de la costa de Algarrobo. "Me acuerdo que le dije: 'Miguel, seguro que esta casa te la viene a comprar mucha gente' y me dijo que sí, que efectivamente todos los fines de semana llegaban unas tremendas camionetas a ofrecerle plata para poder comprarle su casa", recuerda Riquelme.
Manos a la obra y con la anuencia de Sotomayor, quien incluso demostró un gran oficio actoral, la película empezó a ensayarse centrada en la figura de resistencia que encarna este hombre frente a la presión inmobiliaria. Pero un mes antes de empezar a filmar, Miguel empezó a sentirse mal y el pronóstico fue fatal: un súbito cáncer le arrebató la vida. Conmovido por este giro, el director no cejó en su empeño de retratar la historia y decidió darla vuelta: centrarla en una pareja que ve interrumpido su wikén romántico por la presencia de unas personas que acampan en la playa.
Núcleos familiares, lucha de clases, abuso y violencia, esos han sido algunos de los temas que lo atraen como director, dice Riquelme. "Todas son películas corales donde el espectador conecta con los personajes, donde se emociona con ellos, películas que van en un entramado no clásico y que el espectador disfruta porque se va sorprendiendo. Cuando cree que encontró el camino hacia donde va la historia, la historia ha tomado un nuevo rumbo y después se producen la relectura al entender todo cómo se venía construyendo desde el comienzo", puntualiza. "Me interesa hacer películas que remuevan al espectador, que conecten y me gustaba esta idea de que las tres que he hecho estuvieran situadas frente al mar".
Calando los huesos
Marcela Salinas admite que su personaje sobrepasa esa mera noción y que se volvió una idea más profunda. "Creo que mi personaje no es una persona, es un tema, el personaje es el conflicto, el personaje es el dolor, es la lucha. Eso es el personaje y lo empecé a integrar temáticamente, y eso es lo que se encarnó finalmente. Creo que todo el conflicto se me fue enquistando durante todo el proceso de conversación con Jorge y como que me fue calando los huesos. Al personaje nunca lo previsualicé, nunca lo vi con determinadas características, hasta que estuvimos el primer día en set ya vestidos y maquillados. Ahí se presentó una conducta o una forma de ser o de estar", cuenta la actriz. "Hubo emociones como tristeza, rabia, frustración y ponerse en el lugar, entender y empatizar desde ese lugar, ser una persona a la que le niegan, le quitan lo suyo, sus raíces, le restan valor a su biografía, su historia, le restan valor a lo que ha construido, a su identidad, a su comunidad, personas que están en situaciones de okupa, que no tienen posibilidad o acceso a comprar una casa, pero necesitan vivir en algún lugar", profundiza Salinas.
En la armazón de esta mujer, cuenta que hizo visitas previas al lugar donde se filmaría. "Cuando ya estábamos a poco tiempo de empezar el rodaje, en uno de los puestos de artesanía, recuerdo que empecé a ver qué le podía comprar a mi personaje y le compré unos aritos artesanales que los conservo con mucho amor porque podríamos decir que ese elemento de vestuario albergaba un poco el corazón de este personaje. Recuerdo haber tenido los aros, tomarlos en mi mano y haberme ido a la playa a mirar el horizonte y que, paradójicamente, a los meses, cuando comenzó el rodaje, en ese lugar donde yo me senté a mirar el horizonte con mis aritos recién comprados, fue el lugar donde luego se instaló el set de grabación, lo que me sorprendió mucho como coincidencia".