80 años | 21 de abril de 1945

Rifarán corderos para arreglar una cancha

Este domingo, el Club Ferroviario realizará una rifa de 6 corderos para recaudar fondos destinados a continuar los arreglos en su cancha de básquetbol, ubicada al lado norte de la Estación de Ferrocarriles. La iniciativa ha tenido buena acogida entre el público y deportistas. Se destaca que la construcción de la cancha es un verdadero adelanto deportivo local.

50 años | 21 de abril de 1975

Donarán papas de exposición a hospital y cárcel

Mañana comenzará en Maullín la "Exposición de la Papa", organizada por la Cooperativa de Agricultores Reloncaví, Comité Maullín. La exposición busca destacar la calidad del producto y el espíritu productivo de los agricultores locales ante el Gobernador. El evento se realizará en el Gimnasio ubicado en calle J. Domingo Robbe. Producción exhibida será donada al hospital y la cárcel.

10 años | 21 de abril de 2015

Hombre que quemó a pareja tenía 8 condenas

Un hombre fue formalizado por intentar quemar a su conviviente en Maullín. El imputado, con ocho condenas previas por violencia intrafamiliar y prohibición de acercarse a la víctima, la roció con bencina. Quedó en prisión preventiva por ser un peligro para la sociedad y seguridad de la víctima. Se fijó un plazo de 120 días para la investigación.

Los lamentables hechos ocurridos durante el partido de Colo Colo y Fortaleza, en los que hinchas ingresaron a la cancha tras romper una barrera de acrílico, producto del fallecimiento de dos personas durante el ingreso, deben obligarnos a una reflexión profunda y urgente sobre el estado de la seguridad en nuestros estadios, pero también sobre el fenómeno social que representan las hinchadas del fútbol en Chile.

Lo que ocurrió no es un episodio aislado ni un problema que se resuelva solo con más guardias o cámaras. Es la expresión de una cultura que ha normalizado la violencia, el desborde y la impunidad en los recintos deportivos. Durante décadas, en América Latina hemos convivido con la tensión de ir al estadio sabiendo que, en cualquier momento, la pasión puede derivar en tragedia. Lo vivimos como si fuese parte del espectáculo. Pero no lo es.

Al otro lado del mundo, en Europa, por ejemplo, los estadios son espacios en el que familias enteras asisten con tranquilidad, donde el comportamiento de los hinchas es supervisado, sancionado y, sobre todo, prevenido a través de una planificación rigurosa, control de accesos biométricos, inteligencia previa y un enfoque interinstitucional entre clubes, policías, autoridades y sociedad.

No es que no existan barras o fanáticos intensos. La diferencia está en que allá la seguridad es política pública, y el deporte, un asunto de Estado.

En cambio, en Chile seguimos creyendo que lo que ocurre en el estadio es un problema del club o de la productora del evento. Seguimos abordando las hinchadas como una expresión folclórica, sin entender que, en muchos casos, son estructuras organizadas, con vínculos sociales, políticos y económicos que desbordan lo futbolístico. La violencia no es un efecto secundario, sino parte de un entramado que se ha dejado crecer sin regulación ni diagnóstico profundo.

Hoy, más que nunca, necesitamos una mirada sociológica, multidisciplinaria y seria sobre las hinchadas en Chile. Urge contar con políticas de Estado que aborden el fenómeno de forma integral: desde la seguridad física en los recintos, hasta la prevención comunitaria y la educación de nuevas generaciones de hinchas. Necesitamos estadios seguros, sí, pero también necesitamos un cambio cultural.

Lo ocurrido en el Monumental debe dolernos como sociedad. Porque cuando ir al estadio se convierte en una amenaza, perdemos todos: los clubes, los jugadores, las familias y el fútbol en su esencia más noble.

El reciente incendio que devastó una parte significativa del Liceo Bicentenario de Hornopirén constituye una profunda herida para ese territorio. La pérdida material, estimada preliminarmente en más de $500 millones, y la destrucción de seis salas clave para la Educación Técnico Profesional, que servían a 347 alumnos, representan un golpe no sólo a la infraestructura, sino al futuro educativo y al desarrollo local, afectando directamente carreras fundamentales como Turismo y Acuicultura. Ante esta catástrofe, es imperativo que las autoridades regionales de Los Lagos y las instancias nacionales mantengan a Hualaihué como una prioridad que trascienda la respuesta inmediata a la emergencia. Los compromisos de apoyo deben materializarse en acciones concretas, con plazos definidos y un respaldo financiero y técnico sostenido para la reconstrucción. La comunidad educativa de Hornopirén requiere certezas y no puede permitirse la incertidumbre de una espera prolongada. Al mismo tiempo, debe reconocerse la valiosa y esforzada labor de los bomberos de Puerto Montt y la Carretera Austral, cuya presencia fue crucial para controlar el siniestro. Sin embargo, la emergencia también expuso una falla crítica y preocupante: la reportada falta de agua en grifos cercanos al liceo. Que la propia comunidad tuviera que intervenir con medios precarios, como baldes, evidencia una debilidad inaceptable en infraestructura básica de seguridad, una situación que debe ser abordada con máxima urgencia por las entidades responsables. Si bien las soluciones temporales, como la habilitación de aulas modulares, son necesarias para asegurar la continuidad educativa en el corto plazo, esta tragedia debe servir como un catalizador para impulsar decididamente la visión de largo plazo. Este lamentable suceso, que se inscribe en un contexto regional complejo por la ocurrencia reciente de otros incendios de magnitud, exige, además, una investigación exhaustiva y transparente por parte del Ministerio Público. Las naturales dificultades periciales inherentes a un siniestro de esta envergadura no pueden ser justificación para no agotar todas las diligencias que permitan determinar con la mayor precisión posible el origen del fuego.