Gestión de residuos sólidos en la región
Innovación, recursos, celeridad en los proyectos y educación asoman como términos clave para enfrentar la crisis.
Aunque en las calles de las ciudades, donde los servicios de recolección domiciliaria (en algunos casos precarios), pueden invisibilizar los problemas, la disposición final de la basura muchas veces parece ser una bomba a punto de estallar. Los problemas ambientales asociados, la resistencia de las comunidades, la falta de recursos y la denominada "permisología" contribuyen a que la gestión de residuos sólidos se convierta cíclicamente en un quebradero de cabeza para las autoridades. Esto recae particularmente en las municipalidades, que por su propia naturaleza son las primeras depositarias de los reclamos y demandas de la ciudadanía.
En un seminario realizado esta semana en Puerto Montt, que organizó la Fundación Gente del Sur, se analizó precisamente acerca de los problemas derivados de la presencia o ausencia de los rellenos sanitarios, sobre todo porque pese a ser una necesidad de primer orden para el funcionamiento de las ciudades (nadie quiere tener los desechos acumulados en su casa ni repartidos en las calles), en los últimos años ha habido palmarios ejemplos de la lentitud del Estado para dar con soluciones reales y en los tiempos y presupuestos determinados. Los casos de Osorno y Chiloé, en la región, son perfectos botones de muestra de proyectos paralizados por años o de soluciones parche que terminan demandando ingentes recursos para los municipios.
Como se observó en el seminario, pareciera que la solución a la gestión de residuos sólidos debiese ir por dos carriles. Por uno, de la mano de la innovación para que a los rellenos operativos llegue la menor cantidad de desechos posibles y con un rol activo de los organismos estatales competentes, y para que las iniciativas se planifiquen como es debido y sin las ataduras de la permisología. Y por el otro, generar las condiciones adecuadas para que la población ejerza un rol activo a la hora de utilizar los puntos limpios o cualquier otra vía ambientalmente responsable para el reciclaje.
Sin estas dos bandas, que atienden tanto el futuro como el presente, la gestión de residuos sólidos en las comunas de la región seguirá siendo un drama y acercándose cada vez más a una bomba que, de estallar, esparcirá basura y rabia por doquier.