EFE cumplió: el tren ha regresado
En sus primeros dos días, el servicio ha operado con normalidad. De continuar así, ¿por qué no imaginar a más ciudades?
Tal vez sea muy prematuro cantar victoria, habida cuenta de la triste experiencia del año 2007, pero ha de reconocerse que la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) cumplió cabalmente con lo que le encargó el Presidente Gabriel Boric en su cuenta pública de hace dos años. Después de varios meses de estudios, reparaciones de la vía férrea, reacondicionamiento de las máquinas e implementación de las necesarias medidas de seguridad, finalmente el tren volvió este martes a la zona, con un servicio -acotado, también ha de admitirse- entre Llanquihue y la Estación La Paloma en Puerto Montt, con paradas intermedias en Puerto Varas y Alerce. En estos primeros dos días, el servicio ferroviario ha sido óptimo, con el cumplimiento de los horarios anunciados, de los sistemas de pago, de la modalidad integrada con los buses de acercamiento y de la seguridad en los cruces. Al cierre de esta edición, EFE daba cuenta que más de mil pasajeros se han movilizado en las dos primeras jornadas, con un flujo que probablemente se irá incrementando en la medida que se socialice su operación, y se integre una segunda máquina que ya fue refaccionada en los talleres de Asmar y que está en el período de prueba.
Muchos puertomontinos han rememorado por estos días la época en que el tren se volvió parte constitutiva de la identidad de la zona, cuando a falta de carreteras de alto estándar, era el principal medio de transporte con la zona central. En su momento, el tren se transformó en un elemento de soberanía, de conexión con el centro político y económico y del particular ethos puertomontino, con el corolario de aquella estación al costado del mar (donde hoy está el Mall Parque Costanera) que para muchos era el fin del viaje terrestre por el sur de Chile y cuando la Carretera Austral era apenas una intención.
El tren que ha vuelto a surcar los campos de Los Lagos es distinto a aquel. Hoy, es un tren de cercanía con financiamiento estatal asegurado por dos años y llamado a erigirse como un medio de transporte seguro y moderno. Su éxito dependerá tanto de la empresa ferroviaria como de sus usuarios, a quienes les corresponde cuidarlo y pagar por su servicio (no evadir, como ocurre con el Metro en Santiago).
Si este servicio continúa operando normalmente y la gente confía en él, será el mejor argumento para pujar por una ampliación de los recorridos a Frutillar, Osorno, Temuco y, por qué no, Santiago. Es una decisión política, claro, pero ya está la primera piedra.